David Brooks, primero de
diciembre de 2010. El gobierno de Estados Unidos amenaza fiscalizar judicialmente a WikiLeaks
mientras intenta superar la crisis diplomática
provocada por la divulgación de más de 250 mil
cables de sus 274 embajadas y consulados, y se
intensifica el debate sobre las implicaciones de la
filtración. Nóam Chomsky consideró que esto
revela “el profundo odio” de los gobernantes a la
democracia.
Mientras la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se
reunió con
corv trapartes en Asia central —muchos de ellos
mencionados en los cables— para intentar
aminorar el golpe y rescatar su prestigio, el procurador general, Eric Holder, y el Pentágono reiteraron que se impulsan investí' gaciones “criminales” acerca de las filtraciones de WikiLeaks.
Algunas versiones periodísticas señalaron
que las autoridades consi' deran aplicar la Ley de Espionaje contra Julián
Assange, el fundador y director de WikiLeaks. El vocero de la Casa Blanca,
Robert Gibbs, de' claró que, “obviamente, hay una investigación criminal sobre
el robo y difusión de información sensible y clasificada”. Explicó que se
evalúa toda una gama de opciones para castigar a los responsables.
Minimizan la
filtración
Otros
funcionarios del gobierno de Barack Obama continuaron mini' mizando el asunto.
El secretario de Defensa, Robert Gates, declaró hoy a reporteros en el
Pentágono que la divulgación ha sido un asunto “em' barazoso”, pero que las
consecuencias para la política exterior estadu' nidense son limitadas. “El
hecho es que los gobiernos establecen relaciones con Estados Unidos porque está
en su interés, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros y no
porque creen que podemos mantener secretos”.
Hillary Clinton reiteró en Kazajstán que
“fue un acto muy irresponsable Ique] puso en riesgo las vidas de personas
inocentes en todo el mundo, sin tener consideración para los más vulnerables,
incluyendo periodistas”.
Insistió en defender la libertad de
expresión y criticó a los gobiernos que reprimen a los periodistas. En la era
del Internet, sostuvo, es difícil balancear la libertad y la responsabilidad.
“Tenemos que apoyar y proteger la libertad de expresión, sea de un individuo o
de un periodista. Pero también tiene que haber algunas reglas o algún sentido
de responsabilidad que debe ser inculcado.”
En tanto, el Departamento de Estado
desconectó el acceso a los archivos de la red cibernética clasificada del
gobierno y redujo el número de empleados que pueden ver mensajes diplomáticos.
La medida es temporal, indicó el vocero P. J. Crowley, mientras se reparan
“debilidades en el sistema que se han evidenciado por esta filtración”.
A la vez, el Departamento de Estado
intentó desmentir que los diplomáticos estadunidenses son espías. El cable
divulgado por WikiLeaks y firmado por Clinton, que incluye instrucciones a
funcionarios estadunidenses de buscar información hasta de adn, escaneos oculares y biomé- tricos de representantes de otros gobiernos
y de los más altos funcionarios de la Organización de Naciones Unidas, provocó
críticas en varias partes sobre si los diplomáticos estaban espiando.
Un alto funcionario del Departamento de
Estado —no identificado— declaró que las solicitudes para obtener esa
información personal fueron enviadas por “administradores de la comunidad de
inteligencia”, y que los diplomáticos estadunidenses no tenían obligación de
cumplir con esos pedidos, reportó la agencia Ap. El vocero Crowley subrayó que
“nuestros diplomáticos son diplomáticos, no bienes de inteligencia”.
El caso detonó un creciente debate aquí
sobre el impacto y el significado de la filtración masiva de documentos
clasificados —la más grande en la historia—. “Tal vez la revelación más
dramática [—] es el amargo odio a la democracia que es revelado por el gobierno
de Estados Unidos —Hillary Clinton y otros— y también por el servicio
diplomático”, consideró hoy Noam Chomsky, en entrevista con Amy Goodman en el
noticiero De- mocracy Now. “Debemos
entender que una de las razones principales de los secretos gubernamentales es
proteger al gobierno de su propia población”, agregó.
Tomó como ejemplo lo dicho ayer por Clinton acerca de
que lo* cables “confirman el hecho de que Irán representa una amenaza muv
seria ante los ojos de muchos de sus vecinos”, ya
que los documentos revelan que líderes árabes instaron a Washington a atacar
Irán. Chcxny ky señaló que “las encuestas más recientes (realizadas por
Brookings Institution) reportan que 80 por ciento de la opinión pública árabe ve
a Israel como la principal amenaza en la región; la
segunda es Estados Unidos, con 77, e Irán con 10 por ciento. Eso no se reporta
en los periódicos, pero seguro es muy familiar para los gobiernos de Israel y
Estados Unidos y sus embajadores” y, por lo tanto, lo que revelan los cables no
es la posición de los pueblos de la región, sino de los dictadores árabes y de
los gobiernos occidentales.
Así, “el significado principal de los cables divulgados
hasta ahora es lo que nos dicen del liderazgo occidental”, señaló Chomsky. Al
omitirse la opinión pública del mundo árabe, como en otros aspectos que abordan
esos cables, reiteró, eso “revela el odio profundo a la democracia por parte de
nuestro liderazgo político y [en este caso] el liderazgo político israelí”.
Esto apenas
comienza
Los cuatro diarios y la revista que han difundido el vasto acervo de
cables diplomáticos informan que continuarán publicando más durante al menos
una semana. Algunos editores afirmaron que esto apenas comienza.
Todo empezó, al parecer, con un analista de inteligencia
militar estadunidense de 22 años de edad, quien aparentando que escuchaba a
Lady Gaga —cantando y moviéndose—, estaba bajando más de un cuarto de millón de documentos diplomáticos que, después de
entre- garlos en una minimemoria portátil a WikiLeaks, sacudieron a varios
gobiernos del mundo.
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