30 de noviembre de 2010. Francia,
Alemania, Italia y Rusia destacaron hoy por separado la fortaleza de sus
relaciones con Estados Unidos, al restar importancia a la divulgación de unos
250 mil documentos diplomáticos estadunidenses en los que se describió al
primer ministro ruso, Vladimir Putin, como “Batman”, a la canciller alemana
Angela Merkel como una persona sin creatividad y al presidente del Consejo de Ministros de
Italia, Silvio Berlusconi, como un hombre cansado por sus “fiestas locas”.
La
reacción de los europeos contrastó con la respuesta
de Irán, que consideró la difusión de los cables diplomáticos estadunidenses como
“una suerte de juego de inteligencia y, por lo tanto, sin base legal”, que
“persigue determinados objetivos políticos”.
En Caracas, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dijo que “el
imperio quedo al desnudo”. Algunos de los documentos divulgados se reteririan a
“las presiones en América Latina para tratar de aislar a la Venezuela de Hugo
Chave:”, según el presidente. Señaló que “la señora Hiliarv Clinton debería
renunciar” junto con “los delincuentes del Departamento de Estado”.
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En
Quito, el vicecanciller Kintto Lucas ofreció al fundador de Wiki- Leah. el
australiano Julián Assange, la residencia en Ecuador “sin hacer preguntas”.
En
Nueva York, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (onu), Ban Ki-moon, guardó silencio sobre la versión de que la diplomacia
estadunidense pidió su información biomètrica y sus movimientos bancarios.
En
un comunicado, la ONU confió en que Estados
Unidos respete la inmunidad de sus funcionarios y rechazó responder a las notas
periodísticas que conciernen a Ban Ki-moon, porque no se encuentra en posición
de comentar sobre la autenticidad de los documentos filtrados por WikiLeaks.
Francia
—cuyo presidente fue calificado de “autoritario”— fue la única que hoy
“deploró” explícitamente la publicación de esos documentos en el sitio
cibernético, dedicado desde hace años a la filtración de informes oficiales,
porque podría “dañar la resolución de asuntos esenciales para la seguridad y
estabilidad de las relaciones internacionales”.
Se
trata de un ataque a la soberanía de los estados y al secreto de la
correspondencia, afirmó el portavoz del gobierno francés, François Baroin, quien entró en contradicción con el
eurodiputado francés de los Verdes Daniel Cohn-Bendit, quien cuestionó:
“¿Secretos? ¿Qué secretos? No hay ningún secreto que no se supiera ya”.
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